1. los bigotes de dalí señalan el hiparxiologi o religión científica de pujols. la religión científica de pujols nos hace subir y bajar por la escalera de la vida y de la escalera de la vida saltamos a la escalera del entendimiento de llull, tal como aparece representada al pie del monumento que el viejo soldado alquimístico tiene erigido en el corazón del conglomerado montserratino de ángeles durmientes, que no son otros que aquéllos a los que verdaguer envió a serrar las colinas originales para darles formas sorprendentes, precipicios y alturas, con el fin de convertirlas en el más insólito de los palacios... hasta que cayeron exhaustos y ahora duermen la angélica pétrea paz
2. los bigotes de dalí apuntan al cielo. la escalera de la vida de pujols va de la tierra al cielo. sus ángeles durmientes duermen de pie y mirando hacia lo alto como dedos señalando el firmamento. pero la triangulación dalí-pujolsmontserrat enmarcando el ojo portentoso de llull nos dice que no es fuera sino dentro, en el seno del útero cavernoso de este macizo –la tensa gruta del salitre, donde entre mitos y titas estalac fue encontrada una virgen negra, señora de la natura, negro mojón telúrico como todas las vírgenes negras encontradas, y también negra como el negro cielo profundo–, donde hay que buscar la puerta del gran misterio
3. más allá de alzar el cavall bernat* de la fertilidad –llevan niños, muestran gloriosos embarazos–, las vírgenes negras son guardianas del misterio cósmico y de la inmensidad virgen que se oculta tras su hímen intacto. la moreneta lleva el mundo en la mano para indicar que ésta es la única esfera del cosmos que nosotros, los humanos, afectados de una doble ceguera —la que nos imponen las sucesivas capas de gases atmosféricos, que de día vuelven el cielo azul y de noche la oscuridad más somera, y la miopía endémica de nuestros ojos, incapaces de captar la luz infrarroja—, podemos percibir. la miopía racial —cuya medida es la dioptría cósmica— nos protege del terror al abismo
4. está, sin embargo, la pajita. cuando de chicos exigimos un refresco es sobre todo por eso: la pajita. para ponerla recta frente al ojo y observar por el agujero el ojo del vecino después de haberlo acertado de lleno con la cascarilla de papel soplada con boca juguetona, y ver a toda pantalla cómo la córnea se le va hinchando, llenando de llanto y de finas venas rojizas, que vemos con detalle insospechado. para eso y para descubrir, de pura casualidad y sin abandonar el juego, que si empalmamos dos pajitas vemos menos venas pero más grandes, que como más larga la pajita mayor el recorte pero también mayor el detalle, y que ésta es una magia que hace que el ojo se maraville con lo nunca visto
5. ahora la nasa nos ha imitado y se ha inventado una pajita de refresco de dos metros y medio de largo que, colocada frente a un tecno-ojo orbital extraatmosférico que mira por el agujero, nos permite observar al detalle retales de cielo diez veces menos grandes que la triste faz de una luna llena. brilla por lo tanto que hoy ya todos somos ciborgs, pues disponemos de un tecno tercer ojo infrarrojo implantado ultra la estratosfera. un tercer ojo artificial colocado allá arriba, en el umbral mismo del gran abismo, y más allá de las gasas atmosféricas que configuran el velo himenal que, desde la tierra, sella el misterio de la extraterrena realidad, del cielo anterior, el espacio virgen...
6. hoy la pajita cósmica de la nasa lo ha desvirgado. lo ha penetrado, rajando el velo, y se ha adentrado hasta desflorar su eternidad oculta y hacernos ver que aquello está lleno de virus laicos; unos virus laicos coloreados y galácticos. y no uno, o dos, como siempre habíamos imaginado (¿no? ¿cuántos virus laicos le hacíais al cosmos?: ¿un centenar, dos, un millar a mucho estirar...?), sino una profusión, un disparate de virus laicos pululando por allí como si aquello fuesen las ramblas. virus laicos y más virus laicos —unos diez mil sólo en esta punta de aguja... ¡no veas la infinitud en toda la cúpula celeste!—, virus laicos apretujados, superpuestos, virus laicos de todos los colores, de todos los tamaños, todas las formas...
7. ...de todas las edades: virus laicos de trece mil millones de años luz, y también de ocho, de cuatro, de seis... virus laicos a medio formar de cuando la tierra todavía ni remotamente existía, de cuando el orden universal brillaba por su ausencia y el caos no había siquiera empezado a descomponerse en estructuras, de cuando el big-bang no hacía más que un ratito que había estallado... virus laicos la luz de los cuales —por profundidad, por distancia, por lejanía en el espaciotiempo— nos llega gota a gota, tan sólo un fotón por minuto (no millones, como en las galaxias visibles), sesenta fotones por hora, que es una velocidad asumible por cualquier ayuntamiento
8. sesenta fotones por hora que la retina de nuestro ojo orbital va recogiendo y almacenando con prodigiosa paciencia hasta que la luz se hace visible, mirando, remirando —en este caso ochocientas veces en el transcurso de cuatrocientas órbitas alrededor de la tierra (en total, once días y pico)— con el fin de poder rescatar de la nada estos virus laicos cuya mera existencia, hecha evidencia, nos está infectando sin remedio y abriendo en la cabeza campos de visión y conocimiento que harán que las próximas generaciones, las que se habrán hecho ya un hartón de beber coca-cola con la pajita cósmica, ya no sean como nosotros…
9. las generaciones que hemos llegado hasta aquí luchando contra la superstición sin más garrote que la intuición ni más espada que el genio, los sucesivos ejércitos de pensadores que hemos ido acumulando fulgores y certezas para someter al terror, los humanos evolucionados y clarividentes que hemos ido puliendo la razón pero jamás pudimos superar la propia condición terrestre: no es lo mismo tener dos ojos que tener tres. no es el mismo quien tiene tres ojos que quien tiene dos. no es lo mismo estrellarse en el cielo estrellado que ver virus laicos más allá... hay campo por delante. peña. la nasa nos ha permitido meter ahí las narices y el ojo de llull nos ha dado entendimiento a gran escala
2. los bigotes de dalí apuntan al cielo. la escalera de la vida de pujols va de la tierra al cielo. sus ángeles durmientes duermen de pie y mirando hacia lo alto como dedos señalando el firmamento. pero la triangulación dalí-pujolsmontserrat enmarcando el ojo portentoso de llull nos dice que no es fuera sino dentro, en el seno del útero cavernoso de este macizo –la tensa gruta del salitre, donde entre mitos y titas estalac fue encontrada una virgen negra, señora de la natura, negro mojón telúrico como todas las vírgenes negras encontradas, y también negra como el negro cielo profundo–, donde hay que buscar la puerta del gran misterio
3. más allá de alzar el cavall bernat* de la fertilidad –llevan niños, muestran gloriosos embarazos–, las vírgenes negras son guardianas del misterio cósmico y de la inmensidad virgen que se oculta tras su hímen intacto. la moreneta lleva el mundo en la mano para indicar que ésta es la única esfera del cosmos que nosotros, los humanos, afectados de una doble ceguera —la que nos imponen las sucesivas capas de gases atmosféricos, que de día vuelven el cielo azul y de noche la oscuridad más somera, y la miopía endémica de nuestros ojos, incapaces de captar la luz infrarroja—, podemos percibir. la miopía racial —cuya medida es la dioptría cósmica— nos protege del terror al abismo
4. está, sin embargo, la pajita. cuando de chicos exigimos un refresco es sobre todo por eso: la pajita. para ponerla recta frente al ojo y observar por el agujero el ojo del vecino después de haberlo acertado de lleno con la cascarilla de papel soplada con boca juguetona, y ver a toda pantalla cómo la córnea se le va hinchando, llenando de llanto y de finas venas rojizas, que vemos con detalle insospechado. para eso y para descubrir, de pura casualidad y sin abandonar el juego, que si empalmamos dos pajitas vemos menos venas pero más grandes, que como más larga la pajita mayor el recorte pero también mayor el detalle, y que ésta es una magia que hace que el ojo se maraville con lo nunca visto
5. ahora la nasa nos ha imitado y se ha inventado una pajita de refresco de dos metros y medio de largo que, colocada frente a un tecno-ojo orbital extraatmosférico que mira por el agujero, nos permite observar al detalle retales de cielo diez veces menos grandes que la triste faz de una luna llena. brilla por lo tanto que hoy ya todos somos ciborgs, pues disponemos de un tecno tercer ojo infrarrojo implantado ultra la estratosfera. un tercer ojo artificial colocado allá arriba, en el umbral mismo del gran abismo, y más allá de las gasas atmosféricas que configuran el velo himenal que, desde la tierra, sella el misterio de la extraterrena realidad, del cielo anterior, el espacio virgen...
6. hoy la pajita cósmica de la nasa lo ha desvirgado. lo ha penetrado, rajando el velo, y se ha adentrado hasta desflorar su eternidad oculta y hacernos ver que aquello está lleno de virus laicos; unos virus laicos coloreados y galácticos. y no uno, o dos, como siempre habíamos imaginado (¿no? ¿cuántos virus laicos le hacíais al cosmos?: ¿un centenar, dos, un millar a mucho estirar...?), sino una profusión, un disparate de virus laicos pululando por allí como si aquello fuesen las ramblas. virus laicos y más virus laicos —unos diez mil sólo en esta punta de aguja... ¡no veas la infinitud en toda la cúpula celeste!—, virus laicos apretujados, superpuestos, virus laicos de todos los colores, de todos los tamaños, todas las formas...
7. ...de todas las edades: virus laicos de trece mil millones de años luz, y también de ocho, de cuatro, de seis... virus laicos a medio formar de cuando la tierra todavía ni remotamente existía, de cuando el orden universal brillaba por su ausencia y el caos no había siquiera empezado a descomponerse en estructuras, de cuando el big-bang no hacía más que un ratito que había estallado... virus laicos la luz de los cuales —por profundidad, por distancia, por lejanía en el espaciotiempo— nos llega gota a gota, tan sólo un fotón por minuto (no millones, como en las galaxias visibles), sesenta fotones por hora, que es una velocidad asumible por cualquier ayuntamiento
8. sesenta fotones por hora que la retina de nuestro ojo orbital va recogiendo y almacenando con prodigiosa paciencia hasta que la luz se hace visible, mirando, remirando —en este caso ochocientas veces en el transcurso de cuatrocientas órbitas alrededor de la tierra (en total, once días y pico)— con el fin de poder rescatar de la nada estos virus laicos cuya mera existencia, hecha evidencia, nos está infectando sin remedio y abriendo en la cabeza campos de visión y conocimiento que harán que las próximas generaciones, las que se habrán hecho ya un hartón de beber coca-cola con la pajita cósmica, ya no sean como nosotros…
9. las generaciones que hemos llegado hasta aquí luchando contra la superstición sin más garrote que la intuición ni más espada que el genio, los sucesivos ejércitos de pensadores que hemos ido acumulando fulgores y certezas para someter al terror, los humanos evolucionados y clarividentes que hemos ido puliendo la razón pero jamás pudimos superar la propia condición terrestre: no es lo mismo tener dos ojos que tener tres. no es el mismo quien tiene tres ojos que quien tiene dos. no es lo mismo estrellarse en el cielo estrellado que ver virus laicos más allá... hay campo por delante. peña. la nasa nos ha permitido meter ahí las narices y el ojo de llull nos ha dado entendimiento a gran escala
* Caballo erecto: uno de los picos más famosos de Montserrat
No hay comentarios:
Publicar un comentario